4 de septiembre de 2014

Las malas noticias

Cuatro personas que me importan lo están pasando mal: Uno tiene una afectación coronaria que le dejará vivir muchos años, pero que le puede hacer perder su puesto de trabajo; otro acaba de ser diagnosticado de tumores y comienza un protocolo de diagnóstico y tratamiento oncológico; otro está en situación de exclusión social por bajas médicas e incapacidad física; otro se está apagando silenciosamente y tengo la sensación de que no le volveré a ver...

Éste tendría que haber sido mi año. 2014, el presunto año ecuador de mi existencia, el año que cumplo 42, esa cifra tan simbólica para mi... El año en que la frustración se apoderó de mi, viendo como mi vida personal se desmoronaba, el desamor se instalaba en mi corazón, las musas me huían... El año en que perdí a un ser querido a quien no vi, no disfruté tanto como me habría gustado... El año en el que las desgracias se amontonaron a mi alrededor y mis seres más queridos sufrían el paro, las escasas ayudas sociales, las injusticias laborales, los contratiempos... El año en que una amiga perdía la ilusión de concebir y la volvía a recuperar... Un rayo de esperanza.

Las últimas cuarenta y ocho horas han sido desagradables y lo que nos queda por delante será un sinvivir.

Sólo espero que todo transcurra con celeridad y se resuelva de la manera menos traumática y más favorable posible. Necesito una buena noticia a la que aferrarme. Necesito creer en algo.