19 de junio de 2012

CONTRAMEDIDAS

Con la que está cayendo... Es la frase que más escucho últimamente. Se repite hasta la saciedad. Hay, incluso, un movimiento en contra del uso de esta frase en las redes sociales. Somos así de idiotas, qué se le va a hacer. Pero es que, con la que está cayendo, no nos queda sino tragar con lo que venga o tomar las calles, a las bravas, y derrocar a la panda de delincuentes que se enriquecen a nuestra costa so pena de malograr su imagen pública. Como si les importara. A un popular hijo de madre de moral descuidada, no le suele importar que le recuerden su condición natal si tiene los bolsos bien repletos de euros, dólares o yens. Hace tiempo que el HONOR no tiene cabida en esta deteriorada sociedad occidental civilizada y cristianizada. Empiezo a pensar (o sigo pensando) que nos iría mucho mejor con taparrabos y lanzas. O con botijos, callaos y boínas.

La penúltima la he leído hace un momento en la edición digital de esta mañana de El País: Interior reducirá a 90 la velocidad en las carreteras convencionales. No voy a cuestionar que la medida sea eficaz o absurda de cara a reducir el número de accidentes en este tipo de vías. Tampoco me extenderé disertando acerca de las posibles cortinas de humo que tienden los políticos para alejar la atención del vulgo de los temas verdaderamente candentes. Lo que no me callo es que no pienso aceptar que traben hasta la saciedad el uso de carreteras de segunda y, pasado mañana, empiecen a cobrarnos por circular por la red nacional de autopistas y autovías, so pena de dejar el coche en casa y tragar con las abusivas tarifas de los ferrocarriles españoles, sin competencia e inexplicablemente rápidos para un país en el que todo empieza a suceder de forma lamentablemente lenta. Hasta el hundimiento de los altos estamentos, de los cimientos de la Patria y de las grandes fortunas está siendo lento... pero inexorable.

Me voy por las ramas, cual primate.

En realidad sólo quiero GRITAR, a quien me quiera escuchar, que los mismos que se oponían a la medida de reducción de velocidad con el pretexto de ahorrar individual y globalmente (hace no mucho de eso), ahora proponen reducir accidentes (¿velocidad = accidente?) en las vías que más tráfico restan a las rentables autopistas, a costa de tenernos más tiempo al volante. Lo siguiente, casi con total certeza, será minar de radares los tramos de carreteras alternativas a los tramos de pago, amparados por la campaña de A3 (magnífica recogida de firmas avalada por famosos) y alegando que son tramos de alta concentración de accidentes (total, son ellos los que hacen las estadísticas). ¿Qué será lo próximo?

Respecto a los diesel, aún no se han pronunciado (¿quién le pone el collar al minino?), a pesar de la rotunda advertencia de la OMS respecto a lo carcinógeno de las emisiones de estos motores, que mueven el setenta y tantos por ciento de los vehículos nuevos de cuatro o más ruedas de nuestro cortijo, y causan gran perjuício a la salud de nuestros compatriotas y residentes. Que si los más modernos tienen filtros; que si esos estudios están basados en mediciones obsoletas; que si grabando el diesel compensamos el gasto sanitario... para, después, recortar presupuestos en beneficio de la banca...
¿Que mi meganito es diesel? Ya lo sé. Quedará para ir a la compra y poco más. Total, al precio que van a poner el gasóil, nos saldrá rentable movernos en tren.

- - - o O o - - -

Hace un rato he escuchado una sarta de sandeces en la radio, mientras leía otras mentiras en la prensa; sandeces que darían para escribir no pocas páginas "elogiando" el buen criterio de algunos locutores, pero hablar de ello le supondría una publicidad gratuíta que no estoy dispuesto a concederle.
Y la suma de todo ello me ha cabreado, indignado, bastante.
Cada día que pasa estoy más convencido que el futuro de España está en manos equivocadas y, con cada uno de esos días, que ya no van a volver, todo este entuerto se hace más difícil de deshacer. Llámame pesimista, pero alégrate de que no hayan armas al alcance del pueblo o de que las protestas de los mineros asturianos sean una excepción. Si todos los que estamos hastiados de esta situación siguiéramos su ejemplo...