11 de noviembre de 2009

¡CUÁNTA LUZ!

Ése fluir de fotones, ésa radiación electromagnética, energía en sí misma, nos ha traído de cabeza a los que estamos en este mundillo desde el momento en que arrimamos por primera vez el ojo al visor de una cámara. Porque la fotografía es luz (ya lo dije ayer y no mentía).

Hay algunas cuestiones que no estaría mal aclarar antes de nada: ¿Has oído alguna vez éso de por qué me salen las fotos oscuras si aquí se ve perfectamente? El ojo humano es capaz de adaptarse, de forma dinámica, a diversas condiciones de luz, de modo que nos parezca suficiente la iluminación por escasa que sea. Del mismo modo es capaz de atenuar ciertos excesos, pareciéndonos a nosotros que no es tanta la luz que percibimos. Lo que nuestro cerebro interpreta es algo así como una imagen de ámplio rango dinámico. Por el contrario la fotografía química y las primeras generaciones de cámaras digitales carecen de esta facultad, puesto que ven valores constantes de luz y los interpretan siempre del mismo modo:

Tal cantidad de luz= Tal cantidad de energía (constante).

Siendo así, cualquier escena que tenga diversas condiciones de luz nos supone un handicap a la hora de plasmarla en una película o sensor de forma promediada, puesto que si captamos correctamente las sombras, las zonas iluminadas saldrán completamente blancas, mientras que si captamos tonos y detalles en las zonas claras, las menos iluminadas se verán demasiado oscuras.
Volveremos a este tema en seguida, pero primero quiero hablarte de los medios que tenemos para controlar la cantidad de luz.

El caudal de luz que entra en una cámara fotográfica se regula mediante dos medios mecánicos: El obturador y el diafragma. Sin entrar en más factores (son unos pocos más) éstos dos son los que manejamos a la hora de calcular cuánta luz queremos en nuestras instantáneas.

El diafragma es, poco más o menos, el grifo que podemos abrir o cerrar a voluntad para decidir el torrente de luz que pasará al otro lado del objetivo, en función de una escala normalizada en base 2 (algo complejo de explicar, en base a la raiz cuadrada de 2) , siendo 1 el 100% de la luz que podría captar la cámara en cada momento:

1, 1.4, 2, 2.8, 4, 5.6, 8, 11, 16, 22, 32, 45, etc...

Esquema genérico de un diafragma iris de seis segmentos.

Me encantan estas dos imágenes. Diafragma de ocho segmentos.

El obturador es el dispositivo que interrumpe el paso de luz según una escala de fracciones de segundo, siendo estos pasos proporcionales a los intervalos del diafragma:

1/1000, 1/500, 1/250, 1/125, 1/60, 1/30, 1/15, 1/8, 1/4, 1/2, 1, 2...

Anillo selector de velocidades de obturación en una SLR tradicional.

En la mayoría de las cámaras manuales existe una posición B en el obturador que nos permite tener abierto el paso de luz el tiempo que estimemos conveniente.

Al existir proporcionalidad entre pasos de diafragma y velocidades, se pueden hacer varias tomas con cantidades de luz equivalentes y diferentes configuraciones de obturación, si bien los resultados serán sensiblemente diferentes:

f5.6 + 1/60 -----> f4 + 1/125 -----> f2.8 + 1/250

Todo ésto para controlar la cantidad de luz que va a pasar al otro lado del objetivo, pero ¿Cómo sabemos cuánta hace falta? Bueno, para éso están los fotómetros (externos o integrados en la propia cámara) que se encargan de medir luz (incidente o reflejada, según sea el caso) y que nos darán unos valores de diafragma y/o velocidad en función a una sensibilidad que previamente le habremos facilitado. Estos valores serán promedio de toda la luz que pueda captarse en ese instante, indendientemente de que unas áreas sean completamente negras u otras estén sobreiluminadas. El método de cálculo difiere mucho de un dispositivo a otro y explicarlos todos daría para un libro, así que sólo añado que el método más frecuente es el cálculo matricial ponderado al centro de la imagen.

La sensibilidad (química o simulada por un sensor digital) es la capacidad que tiene el soporte fotográfico para captar determinadas cantidades de radiación lumínica (qué pijada) en función del tiempo de exposición. Se emplean las unidades ISO, según marca el sistema internacional, y los valores más frecuentes van de 50 a 1200 ISO, si bien estos valores son bastante variables, según frabricantes. En teoría los intervalos ISO son equivalentes a los pasos de diafragma y, por lo tanto, a los de obturación. Por ello decimos que con un ISO más alto ganamos un paso de diafragma.

Todo ésto, que no es poco, sólo para controlar la cantidad de luz, pero ¿Qué pasa con la calidad? ¿Y los efectos del diafragma sobre el enfoque y la profundidad de campo? Mmm... Éstas y muchas otras cuestiones las trataremos en sucesivas entradas. Espero que sean de provecho.

HUMOR MAÑANERO


Jajaja... me encanta el humor de Runtime-Error. Ojo, no apto para todos los públicos, que esta peña son más picantes que las papas bravas que nos cenamos anoche mi peque y yo. Ufff...