13 de enero de 2009

JUGANDO CON MI MOVIL

No, no estoy con el Buscaminas, ni con el Brainjuice, ni con la serpiente comegüebos, no señor. Estoy tratando de recuperar las fotos que se supone he volcado en el portátil y que he alterado levemente, algunas por aburrimiento, otras con toda la intención del mundo, como la que sigue:

Hay que ser un redomado tocahuevos para dejar aparcado el coche en el reservado para motos, habiendo calle como había. Vamos, que ni en años practicando llegaría a ser tan hijodeputa como este personaje. Cosas que me alteran...

Esto también me altera, pero de otro modo: Entro en un aseo público para caballeros, borricos y otros animalitos y ésto es lo que me encuentro sobre los urinarios de pared. A uno se le cortan las ganas de sacarse el cachito XDDD

Si mi abuelo hubiera tenido teléfono con cámara seguro que habría hecho alguna foto como ésta. Claro que cargar con un teléfono y una cámara de la época no le habría permitido hacerla desde la moto, aprobechando el parón forzoso en un semáforo. Vamos, digo yo.

El edificio de nuevos ministerios, o nuevos misterios... por resolver... Con mi cámara de visión noctámbula, mi magnífico pulso y sesenta horas de retoque digital, he logrado hacer esta mierda de foto de la que me siento tan orgulloso. Parece fácil hacer algo así de cutre, pero en realidad lo es.

El ventanal de mi habitación en el castillo de Harry Potter. El día que tenga que limpiar los cristales de arriba me mudo. No hay quien pueda con la escalera de treinta peldaños. Por cierto, al otro lado de la ventana temblaban los pingüinos a menos de cero grados...

Y para finalizar... FIN

Vaaale, también explico que con las fotos del móvil se pueden hacer postales y recordatorios de viajes memorables, como ésto que hice en mi primer periplo en moto por tierras cantabronas. Desde luego que fue un viaje para recordar.

Ya se cuentan por cientos las fotos que he hecho con mis dos últimos teléfonos, sobre todo con éste que ahora irradia mis posaderas. La de conversaciones que hemos tenido, la de veces que he amanecido junto a él, la de unidades Roentgen que me ha irradiado... Y todo a cambio de enchufarle un rato cada tres días. Qué agradecido és, mi lindo Nokia.


(Joder, no me mires así. Hay quien se enamora de un Mac...) :P