3 de marzo de 2008

YO TAMBIEN VI SWEENEY TODD

Vale, no soy crítico de Arte; conste que para mi el Cine es Arte (casi siempre), y no debería atreverme a criticar una película, menos aún si ésta es fruto de las elucubraciones de un Tim Burton maduro y retorcidamente meticuloso en lo que a puesta en escena se refiere, dado que carezco de la necesaria preparación. No cuestiono ni la calidad interpretativa de los actores, ni la consistencia del guión, ni el ritmo narrativo; que otros valientes se atrevan a caminar por esas ciénagas. Pero la ambientación, la fotografía, esa habilidad que maneja Burton que consigue sumergirte plenamente en la historia, esas lúgubres escenas que contagian de tristeza al espectador...
Haría un álbum de fotos con instantes de esta película, omitiendo los decorados (prefiero lo artesanal a la imagen digital en estos casos) y no me cansaría de contemplarlo y tratar de imitarlo. Si, algo de envidia si que siento. Alguien dijo que la fotografía es, en esencia, luz. Burton le da la vuelta a este argumento y consigue que el centro de sus imágenes sea la sombra; que la casi ausencia de color (salvo cuando aparece el barbero Pirelli y pocas escenas más) sea plenamente expresiva y comunicativa; que, en resumidas cuentas, se nos dilaten las pupilas y nos sumerjamos en una macabra trama en la que los tajos se suceden inexorablemente y la sangre, manando a chorro, salpique hasta la última fila de las abarrotadas salas de cine. Hacía mucho que no veía una sala tan llena para disfrutar de un Musical...