Carel - Lo es. Es el nuevo.
L - ¿Qué pasó con el otro?
C - No era el bueno, aunque lo pareciera.
L - Y éste que empiezas... ¿Lo es?
C - ¿Cómo puedo saberlo?
L - No puedes. Nadie puede. ¿O tal vez lo creíste?
C - Nada más lejos de mi intención. Tenía mis dudas.
Sólo pensé que valía la pena intentarlo.
L - Siempre vale la pena.
C - Si.
(Breve silencio)
L - ¿Te puedo acompañar?
C - Ya lo haces. Siempre lo has hecho.
L - Je, je, je (carcajadas). Amigo, no se te escapó el detalle, ¿eh?.
C - A tí tampoco (mirada de medio lado y amago de sonrisa casi sonoro).
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(10 de mayo de 2008)
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Realmente sólo se empieza una vez. El resto es un continuo punto y seguido; lo más un punto y aparte. Empezar desde cero es poco menos que imposible, salvo que te lobotomicen (a lo cual no me prestaré). ¿Cómo ignorar todo lo vivido, bueno o malo? Algunos tenemos la suerte de olvidarnos con facilidad de los recuerdos que nos fastidian la existencia (es algo muy relativo) o, cuando menos, meterlos en un cajón bien recóndito de esa biblioteca que conforma la memoria hasta olvidar que están ahí. No siempre funciona. Lo que no me gusta de todo este proceso es que amenudo olvido también los buenos momentos, dejándome un vacío que me entristece. A veces unas fotos o una charla con ella o con él bastan para reafirmar ese recuerdo. No siempre se puede...
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...//...
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Me echan de la oficina. Hacía tiempo que no me pasaba: Da la hora y no me apetece marchar.
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¡Buen fin de semana!
