28 de noviembre de 2007

DESORIENTADO ME HAYO

Este mes de noviembre me ha procurado viajes y vicisitudes suficientes para no aburrirme ni un instante (siempre se encuentra tiempo para eso); no he dejado de pasar de un estado de ánimo a otro, pletórico con la moto, apático con el trabajo, entusiasmado con mis amores, decepcionado con la vida en pareja... Desmotivado con las cosas que más me gustan, espectante con las nuevas amistades, desconfiado con la gente que me rodea, entusiasmado con las llamadas de teléfono a deshoras, entristecido por la indiferencia de algunas personas, pletórico cuando es ella la que habla al otro lado de la línea...

Divago constantemente y no soy capaz de fijarme un objetivo bien definido. Y el mundo a mi alrededor se vuelve tan inconstante como mi propio mundo y me preocupa que en realidad siempre haya sido así y es ahora cuando me doy cuenta. Cuánto tiempo desperdiciado, me decía mi querida amiga hace unos días, pero yo insistía en que no es tiempo perdido, es tiempo aprendido. Malo será que no me lo crea ni cuando lo digo, aunque sepa que es cierto.

El otro día una araña se coló en mi pecho, se instaló en mi corazón de piedra y comenzó a tejer la red que lo camuflará por completo, que lo hará parecer un corazón casi normal, con sus debilidades y sus arranques de valor desmedido, con su apasionada pasión, con su ardoroso ardor, con sus corazonadas afortunadas que me pongan donde me gustaría estar, que me hagan sentir algo más que odio e indiferencia hacia las personas que de un modo u otro me decepcionan. Pero la misma que envuelve, delicada, mi pétreo corazón, es la misma que lo envenena...

Felices sueños para todos aquellos que nunca hayan sufrido la decepción por parte de un ser querido. El resto, inmensa mayoría de los mortales, desafortunados habitantes de este desafortunado planeta, trataremos de dormir en paz.

No pienses que estoy triste. Hoy me siento bastante feliz. Hoy dormiré feliz.