2 de noviembre de 2007

ME LO TEMÍA

Pasó lo que tenía que pasar:
Después de unos días sin pasarme por el blog (no por gusto, fundamentalmente porque no dispongo de conexión a internet durante mi tiempo libre), me encuentro con que la empresa me limita el acceso a las direcciones .blogger.com
En este desesperado afán por limitar el ocio de sus empleados, cada vez el filtro de nuestro incomprendido proxy se hace más y más denso. Ya nos restringieron las páginas de correo web, las de almacenamiento de datos e imágenes, las que difunden vídeo y streaming de audio, los chats y protocolos de mensajería instantánea, las páginas con contenidos etiquetados para adultos, entretenimiento o intercambio de archivos, todas aquellas que consideraron (las mentes pensantes) potencialmente peligrosas... Es decir, ELLOS deciden qué páginas podemos leer desde el trabajo y cuáles deben permanecer alejadas de nuestras conciencias. Inquisidores y dictatoriales, preservadores de la integridad moral del empleado y de la productividad de una empresa que no se constituyó para producir, serían el orgullo de Torquemada de no ser porque no logran ir más allá de ser los más odiados por los usuarios que, como un servidor, aprobechamos nuestros ratos libres para comunicar al resto del mundo que existimos y queremos contar, haceros partícipes de nuestras vidas y participar de las vuestras. ¿Tan terrible es?
Lo peor de todo es que comprendo que lo hagan. No lo comparto, pero lo comprendo.