23 de octubre de 2007

UNA NOCHE CUALQUIERA

La otra noche, regresando de una pequeña escapada nocturna, conducía por la Gran Vía cuando una marabunta de chavales de rasgos sudamericanos asaltaron la calzada cruzando precipitadamente en dirección a la calle Fuencarral. Atrapado como me vi entre tal muchedumbre reduje la velocidad y extremé las precauciones, consciente del riesgo de atropellar a un pandillero y las provables consecuencias. Un chico rezagado quedó a la altura de mi vehículo dudando entre salvarlo por delante o por detrás. Despacio, casi parado como circulaba, me quedé mirándole a los ojos y él, un poco agobiado ya que se alejaba el resto de la jauría, me miró con expresión de niño contrariado. Porque era un niño. Luego observé la navaja en su mano, las marcas de su banda tatuadas en brazos y cuello, el cordón de oro sobre el pecho…

Continué con suavidad, sin variar el ritmo, mientras seguía la escena por los retrovisores. Les vi perderse por Hortalezas.

El domingo y el lunes busqué por los periódicos pero nada, ni una breve reseña de lo que aconteció la otra noche. Hay cierto mutismo respecto a ese asunto, tal vez porque las autoridades no pueden hacer nada para remediarlo, tal vez porque la publicidad y el reconocimiento público de los hechos podría hacer mucho daño a la comunidad y a sus dirigentes. Mejor mirar para otro lado y hacer como que no pasa nada. ¡Madrid va bien!

BENDITA INOCENCIA

Hace años, siendo yo mucho más joven e inocente, desperté una mañana, creo que de sábado, de esas mañanas que no tienes prisa por salir de la cama, y permanecí entre las sábanas hasta que sucedió el hecho que relato:

Una temprana llamada de teléfono captó mi atención hasta el punto de quedarme con fragmentos completos de lo que en ella se trató. Como en sueños oí a mi padre y a su interlocutor mantener una brevísima charla de trabajo. Tal y como terminaron y mi padre colgó el aparato salí de la cama, recorrí los escasos quince o veinte metros que separaban mi cama del teléfono del salón y me planté delante de mi progenitor...

Amenudo los adultos no están dispuestos a admitir ciertos fenómenos que un niño ve con relativa naturalidad.

UNA FRASE SINCERA

Esta anécdota no es mía. A decir verdad no recuerdo de quién es, pero me quedo con ella para mi, para incluírla en alguna historia que puede que un día escriba:

- Jefe, quisiera pedirle un favor.
- Diga.
- Quiero que me cese o me traslade a otra comisaría. Sé que Usted puede, tiene mano en ésto...
- Espere. No entiendo por qué me pide que haga éso. Lleva más de diez años aquí, es un reputado inspector, todos le respetan, se ha ganado a sus compañeros e incluso a muchos de los otros... No ha sucumbido ante la presión, ante los...
- ¡Jefe!
- ¡¿Si?!
- (En tono quedo) Están llegando a mi precio.
- (Deja caer las manos sobre el escritorio y los ojos sobre un papel en blanco, pensativo).

LA VIDA DE LOS OTROS

- ¿Por qué en tus fotos casi nunca sale gente? -
- Tal vez porque todos me decepcionaron. Por eso y porque cuando les apunto con mi cámara no me dicen nada. -
- Vaya mierda de retratero que estás hecho. -
- Pues si. -

Urgando por la red, picando unos y otros enlaces, he descubierto que mi querida Jezabel me ha incluído en su lista de amigos. Ufff, que me llamen amigo pesa mucho. No se si estaría dispuesto a comportarme como tal si me lo pidieras. Implica tanto... Compromiso, responsabilidad, sinceridad, entrega... Aún así, gracias. Intentaré corresponderte en la medida de mis posibilidades.
El caso es que he seguido picando aquí y allá y he acabado viendo fotos de vidas que no son la mía ni las de los míos, familia ni allegados. Fotos alegres de momentos alegres, sinceras como sólo una foto puede ser. Lo que ves es lo que hay. ¿O no? Algunas me dan incluso envidia, otras sencillamente están ahí para autocomplacencia de quien las publica. Hay imágenes que enamoran. Cuidado, te enamoras de alguien a quien posiblemente nunca conocerás.
Me planteo cuestiones como ¿Por qué esa necesidad de compartir nuestras vidas con el resto de la humanidad? Es como si vivir nuestra vida no fuera suficiente, tenemos que hacer partícipes de ella al resto del mundo o nos falta algo.
Yo ya he encontrado mi público para esta porción de vida que comparto, mientras me convierto en espectador de otras pocas vidas. No trato de imitarlas, trato de no envidiarlas (no siempre lo consigo), las disfruto como se disfruta un libro, un buen libro. Porque sabes en todo momento que buena parte de las vidas que te cuentan en los blogs son auténticas, son sinceras, libres de artificios... ¿O no? Vale, tendemos a novelar nuestra propia existencia para hacerla parecer un punto más interesante, pero el fondo de las historias es real...//...

Sigo contándote mi vida mientras decidas seguir leyéndome...//...


Hay días en los que, por más que me pese, me cuesta escribir. Hoy mi dedo corazón de la zurda se empeña en descansar sobre la c. No lo entiendo. No me entiendo.

Mañana escribiré mucho más, o lo intentaré.

EVOLUCIÓN...

A lo largo de los próximos días iré haciendo pequeños cambios en el blog para que resulte algo más cómodo de visualizar en todas las pantallas, cada vez más panorámicas, y para que a un servidor no le de la neura de que ésto no evoluciona. Porque una de las cosas que más daño me hacen es la monotonía, la puta rutina. Por mi cambiaría el aspecto de la página a diario, pero igual no resulta cómodo ni práctico para vosotros, mis queridos lectores. Imagen corporativa al canto y aguantar hasta después del invierno. Ya me gustaría, para entonces, tener mi rinconcito de internet diseñado por mi mismo, en PHP u otro lenguaje asistido, que me de cierta libertad de formato. Acepto sugerencias.
Por ahora lo más significativo es la ventana emergente cuando picamos en comentarios. Ya no hay que esperar a que cargue la página cada vez que queremos opinar y regresar al blog. Algo es algo.

Me van a cambiar el computador de la oficina. Es provable que pase unos días si publicar nada. Si así fuera os pido disculpas por adelantado. Ojalá el trasto que me pongan soporte los envites mejor que éste que ahora se jubila. Ni textos que se han quedado a medias por un inoportuno cuelgue...

Próximamente más.